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domingo, 19 de febrero de 2017

Memorias de Starcraft

Durante unos años, todo el mundo que conocía empezó a tener un ordenador, ya que era lo típico que se regalaba por hacer la comunión. Por aquel entonces, el pc no tenía mucha variedad de juego, se podía resumir en shooter como el Doom, simuladores como los Sims y estrategias. En mi pueblo triunfaron estos últimos.

Todos los conocidos míos jugaba a los de estrategia, sobretodo al Ages of empires 2. No lo voy a negar, me gustaban mucho, pero yo siempre he sido un poco reacio a la temática de edad media, me gustaba mucho más la futurista, pero no había nada de calidad. Hasta que mi vecino me pasó un par de CDs para que instalase un juego. Era el Starcraft y su expansión.



Ver un juego futurista me gustó, pero más me gustó al abrir el menú de campañas. Estaba acostumbrado siempre a jugar con "los buenos", que son los humanos, y éstos contra el resto de enemigos. Aquí no, tú podías escoger a los aliens, y ahora parece una tontería, pero por aquel entonces a mi me sorprendió muchisimo.

Lo primero que hice fue seleccionar la campaña Zerg, no quería jugar con los humanos, eran aburridos. Flipaba en colores con los Zergs, eran una raza perfecta para mi. La historia para mí era lo de menos, me encantaba infectar y destruir los barracones de los Terrans, ignoraba la misión que me mandaban (Proteger un capullo de una criatura).

Poco a poco avancé en la historia, y por fin ese capullo estaba a punto de eclosionar. Durante toda la campaña me comieron la cabeza de que iba a ser una criatura superior y mortal, y obviamente yo pensaba que saldría un bicharraco, pero no. Lo que emergió fue una mujer con unas alas y poco amenazante. Como dije, yo me salté la historia Terran, por lo que no conocí a Kerrigan, y que apareciese esa señora del capullo me dio bastante igual en aquel momento. Por eso hay que jugar a los juegos desde el principio, para que no ocurra esto mismo.

Seguía jugando y terminé el juego por primera vez, ya que en el futuro lo rejugaría cientos de veces. También me ponía partidas personalizadas contra la IA. Adoraba usar una unidad de los Protoss que tenía control mental, pudiendo jugar con las 3 razas en una misma partida. Pero nunca pude jugar online, ya que antes ni sabíamos que era internet, y menos en un pueblo perdido en las montañas.

Un problema que tenía con Starcraft fue que a nadie le gustaba. Yo era el único que jugaba, y cuando sacaba el tema para contar la historia o algo, me mandaban a callar o me decían pesado. No fue hasta que entré en el instituto, en el pueblo de al lado, que conocí a un chico al que le encantaba también el juego. Me llevaba el ordenador portátil a clase y luego nos ibamos a su casa a jugar horas y horas, los 2 contra la IA. En esa época también nos instalamos por primera vez internet, y cuando llegaba a casa lo primero que hacía era conectarme al chat de Battle.net antiguo. Fue mi primer juego al que jugué online, y también fue la primera vez que me dí cuenta de que había gente muy buena jugando y no era el mejor del mundo (Tardé por lo menos una semana en ganar una partida, y era contra otro novato en esto de internet).



En resumen, Starcraft es un juego al que dediqué muchísimas horas en mi infancia y siempre recordaré aquella época en las que me quedaba embobado pensando en el universo de esta saga.

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